El adiós es una palabra infinita.
El adiós es una palabra infinita. Podemos decir adiós o a Dios.
Has pronunciado un irreverente adiós que deja mudo al más callado.
Un adiós del que no entiendo su significado, motivado por angustia y sentimiento. No lo entiendo, no lo acepto, no lo acojo, no es posible, no lo comparto. ¿Acaso no has aprendido a amar y a descubrir el verdadero adiós?
No debemos decir adiós por tonterías, porque el amor se da sin pedir nada, porque el amor existe en nuestras vidas y sólo al final será sublime.
¡Estás allí!... sí, lo sé, te siento, puedo escuchar la vibración de tus latidos. ¿Me ves? Sí, con el alma y el pensamiento.
Te veo... porque sé que estás allí.
Cuando el amor existe, un lazo invisible nos une y aunque no estemos... ¡estamos! Por eso no acepto un adiós improvisado, ni aún premeditado.
Ahora conocerás mi adiós.
Amada, ADIOS.
Sí, adiós, pero no tu adiós, sino el mío.
A Dios, agradezco haberte conocido.
A Dios, bendigo por que te puso en mi vida.
A Dios le digo gracias, por el milagro de conocerte.
A Dios le pido que nunca separe los vínculos que nos unen.
Amada... a Dios le cuento que te amo, y Dios me comprende, porque el amor es así.
Nunca es igual, ni como queremos que sea.
El amor es así, incomprensible para ti, difícil para mí, pero al fin y al cabo... así.
Entonces, ofrezcamos este amor a Dios.
©2005 Autor: Don Mago
Sólo se autoriza copiar esta carta (total o parcialmente) si se da crédito al autor y se crea un enlace (link) a esta carta en esta página.