Cartas de Amor        
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Amante y Verdugo

No sé si es amor; quizás debería llamarle desatino, ilusión, deseo, locura. Eso has sido tú en esta, mi vida marchita; una nube que oscureció mi día, que transformó la mañana en noche y por instantes me permitió soñar ¿Príncipe o rufián? Sólo se que por ti supliqué al tiempo no transcurrir, a la lluvia no caer, al sol no aparecer para que los minutos fueran eternos, para que las horas fueran infinitas porque te tenía a mi lado; lleno de encanto, de magia, de maravilla y así quería conservarte, así quería tenerte por siempre junto a mí. A tu lado olvidaba que afuera existía un mundo que nada tiene que ver con un cuento de hadas, un mundo que cada día es más cruel y es muy difícil existir en el.

Tú eras el pasadizo secreto al jardín encantado de los besos, de las miradas que dicen "te quiero", de la ternura sublime que vive en el alma pura de las ninfas, de las princesas. Mas de repente cayó el velo que disimulaba tu encanto y empecé a sentir que tu aroma no era la fragancia de un dios, sino el perfume de un mortal; que el firmamento no era un manto negro que tenía atado a él millones de cocuyos, sino un espacio oscuro que no puedo tocar en el que flotan bolas de fuego muchas tan lejanas que quizás ya no deben existir.

De repente la realidad me apuñala por la espalda y hace que desciendas de ese altar de mármol en el que te coloqué y que tú no mereces. Es enfermedad esto que siento, enfermedad que duele aquí en el pecho y que no logro curar con ningún remedio. Nada parece arrancar de mis entrañas esta sensación tan extraña que se apodera de mi cuerpo. No se que hacer, no se como vivir, no se como conducir mis días, mis horas, mis momentos. La realidad es que tú no eres más que un simple muchacho lleno de defectos y yo una tonta que no consigue ver en ti otra cosa que un príncipe bueno.

No se si es amor, quizás sea desatino, ilusión, dolencia, locura, demencia, enfermedad terminal que parece no tener cura. Como un vil ladrón te has adueñado de mi voluntad, de mi fortaleza y me haces sentir cosas que no quiero; me haces dedicarte pensamientos, suspiros, sueños y estás ahí, impávido viendo como a tus pies me rindo, como en tus pies muero. Es tuyo este sentimiento, en contra de mi voluntad y del mundo entero. Es tuyo, tómalo porque es verdadero; es tan sincero como que estamos vivos hoy y es lo más lindo que alguien podrá obsequiarte en esta, tu existencia efímera bendecida por el cielo.

Eternamente tuya...
2007 autor:Arwen Undomiel


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